El reto que tenemos para mantener vivo el compromiso con la transformación es dónde centrar la atención en la vida cotidiana. La invitación hoy es a darte cuenta cómo respondes a la realidad o al estímulo externo en el momento presente.  Único momento es el que puedes elegir.  Darte cuenta significa observar para describir, no para juzgar ni para justificar. ObservarTE será la materia prima de la reflexión que te hace consciente de ti. Que te entrega tu propia vida para gestionarla.

Ser consciente cómo respondes, que acto usas para respondes es reconocer que tú eres el protagonista de tu destino.

Tus actos vinculan la realidad externa con la realidad interna. Es decir, determinan cómo te relacionas con lo que ocurre afuera, con el otro y con tu sentir.  Cada acto construye destino. 

Tus actos salen de ti.  Puede haber mucha información, conocimiento o deseos antes de actuar, pero lo que no cabe duda es que la última acción antes del resultado es elegida por ti.  Esto es tu real poder.

Tus actos revelan tu calidad humana. Reflejan lo que te importa, hablan de tus creencias, el uso que haces de tu el pensamiento y son la evidencia de quien controla en ti: las emociones o tu ser consciente. En síntesis, tus actos son el canal por donde se irradia el SER que eres.

Tus actos son el cincel de tu vida, tu realidad, tu identidad, tu sentir, tu conexión con el otro.  Por lo tanto, es fundamental que te preguntes ¿De dónde sale esa acción? De mi ser inconsciente (información programada) o de mi ser consciente (información elegida y verificada).  Es una reacción o es una respuesta.

Entonces… ¿Cómo actué?

Hay 2 caminos posibles:

Con una acción reactiva

Con una acción consciente

La acción reactiva: Reaccioné

Sucede cuando entre el estímulo (realidad, resultado o sentir) y la reacción no hay pausa, hay inmediatez.  La emoción toma el mando y actúas desde lo habitual, lo programado. Es una acción rápida, automática, sin reflexión. No se elige. Por eso genera resultados repetitivos.

La acción consciente: Respondí

Sucede cuando entre el estímulo y la respuesta hay un espacio muy importante, una pausa para observar, reflexionar y elegir. La pausa puede ser de micra segundos, pero tiene un efecto fundamental cortar la reactividad.  Te pone en el momento presente.  Te permite tomar el control.  Te da espacio para darte cuenta qué estás sintiendo, parar y preguntarte:

  • ¿Cómo voy a responder? y ¿Para qué?
  • ¿Ese resultado me sirve, me honra, me aporta serenidad?
  • ¿Estoy usando lo mejor de mi o lo peor de mí?
  • ¿Qué emoción o pensamiento está guiando esta acción?,
  • ¿Ese es el Ser que quiero reforzar?

¿Cómo saber si elegí la acción correcta?

No se trata de juzgar. Solo observa el resultado emocional.

  • Si la acción te deja una emoción saludable que quisieras reproducir y gracias a ella sientes serenidad… quiere decir que esa acción proviene de información sana, conveniente y comprendida. La llamaremos una cualidad.

Si la acción te deja una emoción que duele, que se convierte remordimiento o molestia interior incómoda, quiere decir que esa acción proviene de limitaciones o condicionamientos mentales no funcionales. Esa acción es un freno para tu serenidad. 

Por lo anterior, el verdadero resultado de la transformación personal es sentido, no es contado.  Es una evidencia emocional. Se refleja en la serenidad interior, que nace de haber respondido desde un principio simple pero transformador: “que nada ni nadie pierda valor en mis manos, ni siquiera yo mismo”.

¡Hasta pronto!

MARTA OLGA

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